En Olavarría, en las instalaciones de Metalúrgica Cabrera, nos encontramos con alguien de esos que parecen formar parte del alma misma de la ruta: Daniel Tebes, de 66 años. Un hombre del que tanto nos habían hablado y que, en los 23 años de recorrido de El Borne, nunca se había dado la oportunidad de conocer.
La charla comienza en la puerta de su motorhome, que no es solo su vehículo de trabajo, sino también su casa y su refugio. Con voz serena y mirada cargada de historias, Daniel nos cuenta:
“Hace 45 años que estoy en la ruta. Empecé con un Citroën 3CV cuando tenía 19 años. Con un acopladito enganchado me iba hasta Neuquén. Me encantaba vender y llegar a esos lugares donde te estaban esperando para comprarte, no tenía precio. Los clientes y amigos que fui cosechando en todo el país a lo largo de estos años, no te das una idea”.
Habla de otros tiempos, de otra Argentina: “Antes era distinto, el cliente te esperaba, había paciencia. Hoy todo es inmediato, en 12 horas ya lo quieren. Es otra época, pero sigo adelante, porque la ruta es mi vida. Yo me niego a vender por teléfono o por internet, el trato con el cliente se está perdiendo, y para mí ese vínculo vale más que cualquier venta”.
Su historia está atravesada por la familia. Durante años viajó con su esposa y su hija, hasta que la escuela y la vida cotidiana hicieron que ellas siguieran otro camino. “Mi hija viajó conmigo hasta los cinco años. Hoy está en Inglaterra, haciendo un máster en veterinaria. Mi señora se quedó en Avellaneda, trabajando con ventas por internet y envíos a todo el país. Yo sigo en la ruta: viajo 30 días, vuelvo, me quedo unos 15, y después arranco de nuevo”.
El motorhome que lo acompaña desde hace 15 años es símbolo de todo lo que construyó. La mitad es depósito de mercadería, la otra mitad es su casa. Allí vive, allí sueña, allí recuerda cada kilómetro recorrido.
Con cada palabra, Daniel transmite esa pasión por la ruta que no se aprende, se lleva en la sangre. Es uno de esos personajes que hacen grande al transporte argentino, porque detrás de cada viaje hay sacrificio, historias de amistad y una vida entera dedicada al movimiento constante.
“Yo soy feliz así”, nos dice, con esa simpleza que emociona.
Y al escucharlo, entendemos que Daniel Tebes no solo recorrió caminos: recorrió la vida entera con ruedas bajo sus pies y sueños en el horizonte. Porque hay hombres que hacen de la ruta su casa, de la venta un puente y de cada kilómetro un recuerdo imborrable.
En él se refleja lo que El Borne siempre quiso contar: que detrás de cada motor, de cada viaje y de cada entrega, late la historia de hombres como Daniel Tebes, verdaderos guardianes de la ruta.