La campaña de maíz 2025/26 se encamina a convertirse en una de las más exigentes y, al mismo tiempo, más prometedoras de las últimas décadas. De acuerdo con un informe elaborado por la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), la producción nacional podría alcanzar las 61 millones de toneladas, un volumen récord que estaría explicado por condiciones climáticas altamente favorables y por una participación histórica de siembras tempranas.
La recuperación de la humedad en los perfiles del suelo y la continuidad de lluvias durante las etapas críticas del cultivo configuran un panorama productivo muy sólido en gran parte del país. Según datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP), la mayoría del área agrícola presenta niveles de humedad calificados como muy buenos o incluso excesivos, sin presencia significativa de lotes en estado regular o malo. En este contexto, y tomando como antecedente el buen desempeño de la última cosecha de trigo, los analistas no descartan que las proyecciones actuales puedan revisarse al alza.
Más allá del volumen total esperado, uno de los rasgos distintivos de esta campaña será la fuerte concentración de maíz temprano. La superficie implantada bajo esta modalidad alcanzó un máximo histórico y, según estimaciones de la BCR basadas en rendimientos promedio de la última década, la producción cosechada en marzo podría superar en un 40% el promedio de los últimos cinco años. Si los rindes alcanzaran el 75% del mejor registro histórico, el incremento sería del 58%, mientras que, en un escenario de rindes máximos, la producción temprana podría resultar hasta un 70% superior al promedio reciente.
Este fenómeno tendrá un impacto directo sobre la logística y la dinámica del mercado. La BCR advierte que el grueso de los envíos de maíz a puerto se concentraría entre marzo y abril, en simultáneo con el inicio de la cosecha de soja y en un contexto de elevada producción triguera. De concretarse estas estimaciones, el ingreso de camiones a los puertos del Gran Rosario podría ubicarse hasta un 80% por encima del promedio de los últimos diez años y entre un 25% y un 30% por encima del máximo histórico previo, adelantando la estacionalidad típica de las descargas y generando picos inéditos durante la cosecha gruesa.
Las expectativas de alta oferta ya comienzan a reflejarse en los precios. En el mercado de futuros, la relación entre los contratos de abril y julio —referencias del maíz temprano y tardío— se encuentra en el nivel más bajo de al menos la última década. Este comportamiento evidencia que el “premio” por el maíz temprano es prácticamente inexistente, en un contexto dominado por la presión de cosecha.
La situación también se refleja en el ritmo de comercialización. De la campaña 2024/25, se comprometieron hasta el momento 31,5 millones de toneladas, un 20% menos que a igual fecha del ciclo anterior. Además, excluyendo el autoconsumo, cerca del 28% de la cosecha aún no tiene precio fijado, un porcentaje muy superior al promedio histórico del 9%. Para la campaña 2025/26, en tanto, se comprometieron anticipadamente 7,5 millones de toneladas, aunque menos de la mitad cuenta con valores cerrados.
En paralelo, el mercado sojero atraviesa un escenario igualmente presionado. La mayor oferta sudamericana, con Brasil avanzando sobre el 94% de la siembra y una proyección récord de 177 millones de toneladas, junto con la baja de precios en Chicago, profundiza el contexto bajista. Desde los máximos de noviembre, la soja acumuló una caída del 9%, influida por el retiro parcial de posiciones especulativas y un escenario internacional aún incierto.
De este modo, mientras el maíz temprano se perfila para redefinir los límites de la logística argentina en 2026, el mercado comienza a anticipar un escenario marcado por abundante oferta, presión sobre los precios y decisiones comerciales cada vez más estratégicas para productores, acopiadores y exportadores.



















